Valientes. No encuentro otra palabra para describir a las mujeres que en las últimas semanas han roto su silencio y han compartido para nuestra lección e indignación de los múltiples casos de abuso y violencia del que han sido víctimas sólo por su sexo. Hay que ser valiente para revivir un episodio humillante, para gritar un trauma e invitar a otras en similares circunstancias a hacer lo mismo. Se requieren varios litros de coraje en la sangre ejecutar dichos actos de rebelión en un contexto social en el cual ellas son culpadas hasta de los crímenes que sufren. Decir basta en un país que registra una de las más altas tasas de violencia contra la mujer en una región particularmente machista y misógina. Hay que tener gallardía para alzar la voz de protesta sabiendo que las principales instituciones del país en el que viven están en tu contra, desde jueces nefastos a arzobispos indefendibles. Que los de siempre y su séquito retrógrado seguirán una y otra vez relativizando tu lucha, diciendo que es tu culpa, que no es para tanto, que no era acoso sino unos piropos inocentes. Seguirán y ante ellos las valientes seguirán defendiéndose. Ellas me devuelven la fe en un Perú mejor.
Oportunistas. Eso son aquellos políticos, movimientos y líderes de opinión que se suman a esta ola teniendo en su historial episodios en los que han sido promotores e incluso ejecutores de violencia contra la mujer. Hablo claro de casos específicos: partidos como el fujimorismo que niega hasta el día de hoy la criminalidad de las esterilizaciones forzadas. Tristes líderes de opinión como Phillip Butters quien tanto él y Capital han sido tótems del machismo más abyecto. Habrán quienes digan que debería considerar que no es oportunismo sino reflexión lo que conduce a estos actores; que buscan enmendarse al dar su apoyo a la marcha y el movimiento #NiUnaMenos. Ante ello, debo decir que basta leer sus apreciaciones, bucear en sus opiniones recientes, atender a sus reparos para darse cuenta que poco o nada ha cambiado y continúan portando una idiosincrasia que mata. Para desgracia de ellos, cada vez hay más peruanas y peruanos dispuestos a defender con memoria sus derechos. Que esto último sirva de incentivo para un cambio verdadero, si el sábado es el inicio de ello, pues serán recordados para bien.
Necesaria. La marcha del día sábado es absolutamente necesaria para que los testimonios valientes no cesen, para que los oportunistas no arrebaten de nuestras manos la lucha e invitarlos a sumarse a ella con un auténtico cambio de mentalidad. Necesitamos marchar para decirle a muchas otras que no teman, que denuncien, que salgan y sepan que no están solas. Hay que mostrarle a este país que es posible cambiar y que cuando un cambio urgente no llega la gente tiene la obligación de salir a buscarlo. Una marcha para empezar con un muy postergado pendiente. Que los jueces sepan que si no imparten justicia saldremos a buscarla para que ninguna vuelva a estar desamparada. Este sábado 13 en el Campo de Marte el Perú se une por #NiUnaMenos.