La era kuczynski tuvo un arranque polémico esta semana. El pasado lunes, cuando PPK iniciaba su primer día de trabajo en Palacio de Gobierno, y tenía su primer contacto con la prensa, tuvo que inaugurar sus declaraciones a la prensa desdiciendo lo que había dicho previamente al diario El País de España puesto que en declaraciones para el mencionado medio, dijo que de los 73 congresistas actuales de Fuerza Popular, partido liderado por Keiko Fujimori, 30 no eran militantes del partido naranja y que habían ido en la lista congresal por pre ventas y que por ello, estos congresistas podían ser “jalados” al oficialismo. Las reacciones a estas declaraciones no se hicieron esperar en las tiendas fujimorista, oficialista y en todos los partidos políticos.
En vez de utilizar el tiempo que empleó para desdecir lo que dijo, pudo haber hablado sobre el próximo pedido de facultades especiales en materia económica y de seguridad al legislativo, la solicitud del voto de confianza por parte de su gabinete, las acciones a seguir en los primeros cien días de su gestión dando los lineamientos a seguir en lucha contra la inseguridad, la reactivación económica o el combate al friaje en Puno (que dijo que iba a ir con un avión lleno de suministros).
Inmediatamente, el presidente kuczynski tuvo traductores espontáneos en su bancada. Los congresistas Carlos Bruce y Mercedes Aráoz, trataron “traducir” lo dicho por el primer mandatario al decir que el buscaba “jalarse” a esos 30 congresistas en base a propuestas; ya pues, eso ni ellos –como la prensa que funge de escudera del mandatario- se lo creen. “Jalar” aquí quiere decir, llevarte a una persona de un equipo –o partido- a otro ofreciéndole una serie de beneficios o preventas (igual que en el fútbol); esto último es una aseveración ofensiva porque el presidente presupone que esos 30 congresistas fujimoristas tienen precio. Y siendo mal pensado, ¿volverán las cajas de leche con dólares dentro? Porque es tan deplorable y condenable haber recibido dinero de Vladimiro Montesino como quizá recibirlo de algún emisario del actual gobierno.
Este lapsus de sinceridad por parte del primer mandatario, como bien dijo el periodista Aldo Mariátegui en su programa de Radio Capital el pasado lunes, lo hubiese tenido en una conversación privada en la intimidad de su entorno partidario, sería un caso más de estrategia política, que todo partido gobernante diseña según las situaciones que se le presenten. Nunca nos habríamos enterado a no ser que el presidente kuczynski tuviese un traidor en sus filas. Pero el hecho es que dijo lo que dijo durante una entrevista con un corresponsal extranjero con todas sus letras. Espero que ahora el presidente no olvide que ya no es candidato y que es la máxima autoridad del país. Por lo tanto, todo lo que diga, no diga, haga o no haga tendrá repercusiones políticas que sí o sí traerán cola para bien o para mal.
Y la cola llegó. El pasado martes el Premier Fernando Zavala tenía una cita previamente pactada con la presidente del Congreso de la República, la fujimorista Luz Salgado a las 10 horas para tratar el tema del voto de investidura a su gabinete, el otorgamiento de facultades en una serie de temas sensibles y que el partido de Salgado Rubianes (Fuerza Popular), al menos por este año, decline en su intención de presidir la comisión de presupuesto. Pero gracias a la declaración del presidente kuczynski, el Premier Zavala se vio obligado a cambiar su agenda e iniciar la reunión pidiéndole disculpas a la presidenta del legislativo por este lapsus de PPK de forma privada como pública, y seguramente quitándole algo del tiempo programado a los temas de agenda política de cara al primer tiempo del gabinete Zavala. Posteriormente, el premier se reunió con la prensa extranjera para explicar (traducir) las declaraciones del presidente y pedir disculpas en nombre del gobierno.
La “explosión de sinceridad” del presidente kuczynski, quien dicho sea de paso, no es nuevo en la política nacional, no puede pasarse por agua tibia –como cierta prensa ha hecho- porque demostraría ingenuidad política por parte del jefe de estado, cosa que no creo sea su caso. Lo acontecido con PPK el pasado fin de semana, me trajo a la memoria dos casos de principios de la década del 2000 en los cuales las personas involucradas tuvieron “explosiones de sinceridad” que trajeron más de un dolor de cabeza a sus colaboradores más cercanos.
En el primer caso corría el año 2002, y el ex presidente uruguayo Jorge Batlle (2000 – 2005) concedió una entrevista al canal Bloomberg y tocó diversos temas de la actualidad política de su país. Terminada la entrevista, en lo que los periodistas llamamos el off the record, el ex gobernante uruguayo se sintió en confianza con su entrevistador y le dijo lo que realmente pensaba de la política argentina, que recién se encontraba saliendo de la crisis política de 2001 y se aprestaba a tener elecciones al año siguiente. Batlle dijo textualmente: “que los argentinos eran una «manga de ladrones del primero al último» (https://www.youtube.com/watch?v=QuJzJadl1Nw) a diferencia de PPK, quien dijo lo que dijo en plena entrevista, Batlle no sabía que la cámara seguía encendida. El segundo caso también se dio en 2002, pero esta vez en nuestro país. En un rapto de cólera, la ex primera dama Eliane Karp de Toledo, debido a las fuertes críticas que recibía el gobierno de su esposo, se refirió a los principales partidos políticos del país como “partiduchos tradicionales”, esto causó la indignación de la clase política y obligó a la ex primera dama a ir a un programa de televisión “amigo” que era conducido por el ex alcalde de Lima Ricardo Belmont, en el cual dijo que la expresión se debió a un “problema idiomático” entre el español y el francés. Al día siguiente, el periodista Beto Ortiz en el programa que tenía entonces en Frecuencia Latina (hoy Latina), consultó con una institución de connotada reputación en la enseñanza de la lengua de Víctor Hugo y le demostraron que la señora Karp estaba mintiendo con esa aseveración (al adjudicar su exabrupto a un tema idiomático).
Ya PPK tiene que tomar el toro por las astas en lo que a su relación con la prensa, la sociedad y los actores políticos se refiere. Porque como dije al principio, todo lo que diga, no diga, haga o no haga el presidente, siempre tendrá consecuencias no solamente para él, sino también para todos los niveles de gobierno. Especialmente en esta coyuntura donde tiene un Congreso dominado mayoritariamente por el principal partido de oposición con el cual no tiene la mejor de las relaciones en estos momentos.