Tropezamos con la misma piedra, por Francesco Ambrosini

765

Es difícil intentar escribir luego de un partido como el que enfrentó ayer, Perú contra Chile, sobre todo de volver al periodismo objetivo en el que la pasión siempre tiene que quedar de lado. Un trámite atípico luego de una infantil acción, un resultado mentiroso por la manera en cómo se dio el correr de los minutos y una sensación aún latente de que el talento está ahí, pero falta algo. Siempre falta algo.

Un partido claramente marcado por una acción determinante, una que aparentemente se ha vuelto normal para el futbolista peruano, que demuestra inmadurez y falta de criterio al momento de saltar al campo. La Selección Peruana salió con el once que en los últimos partidos había traído tan buenos resultados futbolísticos, todos sosteniendo la ilusión de un país entero, y comenzó con todo. Ante el equipo más complicado de Sudamérica, los nacionales se pararon bien en el campo, más allá del primer gol en contra que demostró una debilidad defensiva preocupante, y mantuvo parejo el trámite. Luego, con la absurda expulsión de Cueva, el partido cambió, Chile manejó la pelota, la rotó por todo el campo a placer y desnudo todas las debilidades defensivas de una “Blanquirroja” que no se encontraba en el campo.

Duele pensar que tanto el segundo como el tercer gol chileno llegaron tras una lesión que nos dejó jugando con 9 jugadores, dos goles que en ese momento parecían inminentes y solo una cuestión de tiempo por el estilo de juego que caracteriza a “La Roja”. Fallaron todos a la hora de hacer el cambio y nuevamente nos vieron la cara de “sanos”. Llegar al final del primer tiempo fue lo mejor que le pudo pasar a Perú, para amortiguar la arremetida chilena.

El segundo tiempo, Gareca tuvo que reacomodar el sistema de manera radical, con el ingreso de Tapia, y pasar a jugar 4-3-2. El fútbol del combinado patrio desapareció, no se vio la idea futbolística que tanto enamoró a los hinchas en la Copa América, y se tuvo que recurrir a las individualidades. Creció la figura de Yotún, Tapia, Guerrero y Advíncula, para sumarse a la ya gran figura de Farfán para intentar, a base de empuje, recuperarnos en el marcador. Sin embargo, el sistema le permitió a Chile seguir haciéndonos daño por las bandas, su arma más importante durante los 90 minutos, y ampliar aún más el marcador. Lo de Perú no varió mucho; sin embargo, Chile con los cambios fue otro más relajado, confiado en el marcador, sin ser punzante en el tramo final del campo. Finalmente, el gol de Guerrero resulta casi anecdótico y suma solo para la estadística, pero no se les puede quitar a los 10 luchadores que terminaron en el campo la entrega para sacar un resultado positivo que le puedan regalar a los 30 millones de peruanos que siempre los miran con esperanza.

Finalmente, se debe hacer una mención honrosa a la figura peruana de este equipo, al jugador que en los últimos partidos se ha puesto al equipo al hombro en los momentos más complicados, Jefferson Agustín Farfán Guadalupe. La “Foquita” no solo fue el goleador peruano en el partido, sino también el más desequilibrante, el que preocupo siempre a una defensa chilena que nunca supo cómo pararlo, el que por más que es criticado a morir por una gran parte del país nunca deja de entregar cada caloría de energía que produce su cuerpo.

En conclusión, fue un partido condicionado por una expulsión producto de una irresponsabilidad, en el que Perú tuvo deficiencias defensivas que a este nivel se pagan caro y que el rival supo explotar bien. Solo le queda a Gareca y los seleccionados seguir entrenando para corregir los errores que nos están pasando factura; y a los hinchas de seguir alentando.