Un partido pendiente, por Valeria Burga

Marta Vieira, Alex Morgan, Ada Hegerberg son íconos del fútbol femenino que han despertado el interés de muchos alrededor del mundo. Pero, ¿qué sabemos de las jugadoras peruanas?, aquellas que disputaron los Panamericanos y ahora  la Copa Libertadores. Probablemente, algunos lectores no estén enterados y no se les puede culpar del todo, pues los medios se han encargado de difundir noticias a medias. Me apena reconocer que las mujeres que se dedican al fútbol en nuestro país no pueden vivir de ello y, como periodista, tengo la responsabilidad de poner en evidencia un tema que muy pocos se atreven a tratar.

El plantel de Universitario de Deportes, campeón de la Liga Femenina peruana, es hoy partícipe de la Copa Libertadores. Pese a haber empezado con mal pie en la fase de grupos y las lamentables derrotas, ya es un paso enorme el hecho de  que nos representen en un certamen de ese nivel. Y es que la mayoría se encarga de juzgar los resultados tal como ocurrió en Lima 2019 con la selección sin conocer la verdad. En efecto, las jugadoras vienen de entrenar en casa, sin partidos de práctica y con una clara desventaja frente a la competencia. No obstante, hay un trasfondo más allá de lo que acabo de mencionar; aquel que viene desde hace mucho tiempo atrás.

El conservadurismo es el problema más grande. Las personas aún no entienden que el deporte es para quien tiene la condición y que no importan las distinciones de raza, sexo u otras. El fútbol es una de las prácticas más avaladas por la población peruana, con miles de hinchas que se sienten identificados con un equipo en particular y siempre están pendientes de lo que ocurre con él. Pero, cuando se trata del equipo femenino del club, la cantidad de espectadores disminuye notablemente. Si menciono esto es porque yo misma tuve la oportunidad de verlo. Recuerdo cuando cubrí un reportaje de un partido entre Deportivo Municipal y Sporting Cristal. Fue emocionante al llegar ver a tanta gente reunida, aunque me di con la sorpresa de que sólo era para apoyar el juego masculino. En el momento en que las mujeres se adentraron en el campo, solo quedaron ellas.

Realmente estaban solas en aquel estadio. La cantidad de espectadores era casi nula y la cobertura mediática se esfumó ni bien culminó el partido anterior. Solo había algunas cámaras de estudiantes realizando reportajes como el mío. Esto es una realidad, ya que día a día los medios se encargan de comunicar lo que sucede con el fútbol masculino, háblese de la liga nacional, eliminatorias, polémicas, entre otras cosas; que hacen parecer que el rubro femenino estuviera vetado. Aunque las redes sociales han sido una vitrina de exposición de las jugadoras, sigo pensando en que no es suficiente para todo el trabajo que vienen realizando al igual que los hombres, salvo que no se encuentran en las mismas condiciones.

Otra gran barrera es la ausencia de profesionalismo. Si bien es cierto que algunas futbolistas ya cuentan con sponsors, seguro médico, remuneración, entre otros beneficios; esto es desigual comparado con el fútbol masculino. El salario es mínimo y no solo para las jugadoras, también para el cuerpo técnico. De por sí, la brecha salarial genera desmotivación, sumado a que el entrenamiento y preparación psicológica no son constantes o eficaces como deberían. Hay que tener en cuenta que muchas jugadoras son universitarias o madres y se sacrifican con la esperanza de que un día se les tome en serio.

Queda claro que el fútbol femenino es amateur porque no está bien constituido. La avalancha de opiniones siempre está del lado negativo porque se desconoce el trasfondo que padecen las deportistas. Ellas no pueden vivir de lo que les apasiona y si apuntan a este estilo de vida deben financiarlo ellas mismas. ¿Qué estamos esperando para cambiarles el panorama? Empecemos a contribuir con el deporte porque existe un partido pendiente, y no solo me refiero al que va a tener lugar el día de mañana entre Universitario y El Nacional sino a aquel en el que no nos hemos puesto la camiseta durante todos estos años.

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