Unidos vencemos, divididos caemos, por Michel Hoffmann

El 20 de junio se celebró el Día Mundial del Refugiado. Normalmente asociamos a los refugiados como personas huyendo de una guerra lejana en el Medio Oriente, sin embargo, desde hace algunos años también viven y trabajan en Perú.

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Según la Agencia de la ONU para los Refugiados – ACNUR, en el Perú hay más de 862.000 personas venezolanas y casi 483 mil han solicitado la condición de refugiado. Así el Perú es el primer país de acogida de personas venezolanas con necesidad de protección internacional y el segundo destino de refugiados y migrantes venezolanos en el mundo. En su mayoría, éstos trabajaban en el sector informal, donde el abuso es cotidiano y la calle un terreno xenófobo.

Hoy, en medio de esta extensa cuarentena insensata, que está destruyendo las economías de las familias más necesitadas, las posibilidades de trabajar libremente son perseguidas y condenadas. Por ello, el representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas en el Perú, Jorge Baca, consideraría oportuno ampliar y aumentar el bono de subsidio para que incluya también a los venezolanos, que son una población altamente vulnerable. Lamentablemente, esto podría resultar irritante para cierto sector de la población, pero debiera ponerse en perspectiva no solo de trato humano y solidario, sino también reciproco, donde los más de 3 millones de peruanos en el extranjero también pueden acceder a subsidios estatales.

Terminar con los prejuicios es tarea de cada uno y no hay una cuestión ideológica detrás, sino cual es nuestra posición como individuos en una sociedad. ¿Somos una “sociedad abierta” que reconoce el aporte de los migrantes a la educación y salud, y, por ende, al desarrollo socio-económico del Perú o nos cegamos ante esa realidad? En un último informe del Banco Mundial, el organismo sostiene que, en los próximos cinco años, los migrantes venezolanos aportarían S/2.200 millones en ingresos fiscales netos al Perú. Además, un 8% del crecimiento del PBI en 2018 se debió al aporte de los venezolanos como consumidores y trabajadores, según el mismo Banco Mundial y el Banco Central de Reserva del Perú.

Por último, esperemos que con el pasar del tiempo todos los peruanos seamos capaces de reconocer los aportes de los ciudadanos extranjeros a la sociedad y los beneficios de tener un mayor número de personas ya calificadas. Así en vez tener a médicos “taxeado” o trabajando en un call center, por debajo de su nivel productividad, éstos puedan homologar sus títulos de manera sencilla y ejercer su profesión beneficiando a toda la sociedad. En este contexto el Gobierno de los Estados Unidos apoya al Perú mediante el “Programa de Certificación para Médicos, Enfermeras y Técnicos profesionales migrantes en el Perú” con el fin de promover la inserción laboral de los especialistas médicos. La cadena inglesa BBC informó por ejemplo que, Felimar Luque, con 11 años de estudios y 4 de experiencia laboral, vendía arepas en el mercado, y hoy puede ejercer su profesión en el Hospital Rebagliati en medio de la pandemia. O de valorar el trabajo de alto riesgo, y cuya demanda lamentablemente crece, que realizan los sepultureros venezolanos en medio de la crisis del Coronavirus, según narró el semanario internacional alemán Weltspiegel.

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