Unión Civil: ¿Cuestión pública o privada?

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La afirmación gratuita es un fenómeno muy presente en nuestra sociedad y los medios que hoy tenemos a disposición para comunicarnos han servido como catalizador de su extensión. Las redes sociales y secciones de comentarios, con el anonimato y la pantalla como barreras protectoras, son el lugar perfecto para lanzar opiniones, sean justificadas o injustificadas, sustentadas o gratuitas. La mayor oportunidad para lanzar afirmaciones sin sustento tiende a hacer que, efectivamente, sean lanzadas. ¿Por qué? Porque aunque no estén sustentadas, las afirmaciones gratuitas tienen pretensión de verdad. Si a eso se le agrega una tribuna cómoda, es de esperarse que el opinólogo se anime a lanzar lo primero que le venga a la mente, pues no tiene casi nada que perder.

En el debate en torno al proyecto para crear la figura de “Unión Civil no matrimonial para personas del mismo sexo” se ha presentado mucho de lo descrito anteriormente, tanto a favor como en contra de la iniciativa. Como se ha anunciado que será tema de discusión en las elecciones del próximo año, vale la pena profundizar la reflexión sobre algunos aspectos del hoy archivado proyecto Bruce.

Una premisa común entre los promotores es que una figura como la Unión Civil es solo una cuestión de dos adultos que deciden libremente qué hacer con su vida. Dicha afirmación es la base del argumento de la libertad, que con el de la igualdad, son los pilares que sostienen la posición a favor de la creación de la Unión Civil. Sin embargo, no se explica cómo así la iniciativa en cuestión es mero tema privado sobre el cual el más de 60% de ciudadanos que se oponen no tiene derecho a opinar. Al no explicarse, estamos ante una afirmación gratuita.

Ahora, no todas las afirmaciones gratuitas son falsas, pero ¿cuál es el problema con la premisa en cuestión? El problema es que no solo carece de sustento, sino que es una premisa errada. La Constitución Política del Perú, en su artículo 4, establece que la Comunidad y el Estado protegen a la familia y promueven el Matrimonio, además de reconocerlos como institutos naturales y fundamentales de la sociedad. Esto quiere decir que se trata de dos instituciones constitucionalmente reconocidas como de cuestión pública, por ello tanto las relaciones de filiación como las matrimoniales quedan inscritas en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil. Al pretender crear un nuevo estado civil, el congresista Bruce introdujo su propuesta de unión de personas del mismo sexo en el campo de la cuestión pública. De hecho, hace algunas semanas, los promotores de la Unión Civil prácticamente claudicaron en la negación de que se tratara de un matrimonio paralelo.

Además, tal como expuso Alberto de Belaúnde en una columna publicada por El Comercio, “la visibilidad es uno de los principales aciertos de la Unión Civil, pues ayuda a que estas parejas empiecen a ser aceptadas por la sociedad como algo que existe”. Todo esto, al margen de si es bueno o malo, apunta en una dirección opuesta a la de lo meramente privado.

La Unión Civil no es una figura que solo aborda aspectos de decisión personal, sino que excede la mera cuestión privada, incide en el ámbito público y así lo pretende. A partir de ahí colapsa el argumento de la libertad, pues esta exige garantías para el desarrollo personal de cada ciudadano, no la creación de una figura con dimensión pública. Es decir, la libertad no sirve de sustento al proyecto del congresista Bruce. Por el contrario, dicho argumento es más favorable al proyecto de Unión Solidaria promovido por Martha Chávez.