Urresti: Caudillo, showman y chaleco salvavidas

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El ex ministro del interior Daniel Urresti anunció la semana pasada su afiliación al nacionalismo y con ese anuncio parece que se confirma el rumor que este será candidato a la presidencia por el partido liderado por Nadine Heredia.

No cabe duda que la campaña de Daniel Urresti empezó el día que fue nombrado ministro del interior, cuando una figura poco conocida hizo de la cartera un teatrín ambulante cargado de adjetivos venenosos e insultos que pasarían a compensar por un trabajo precario. Y es que analizando la gestión urrestista un puede notar con absoluta claridad que el señor estaba haciendo campaña, arremetiendo contra líderes políticos y haciendo grandes shows cada vez que una cámara estaba prendida, véase cómo le robó el micro al defensor de terroristas Manuel Fajardo a finales del año pasado o véase el fiasco con la coca que resultó ser yeso; todo con la intención de robar titulares y alimentar un culto de personalidad digno de líderes socialistas como el desaparecido Hugo Chávez, que ganan popularidad a punta de espectáculo y bravuconadas.

Está claro que Daniel Urresti hizo tanto show durante su tiempo a cargo del ministerio del interior por sus aspiraciones políticas y para bien o para mal el hombre supo hacerlo, dibujándose como eso que tanto le gusta a los peruanos: Como el caudillo. Pasando por el gorrito de la PNP, el chalequito y llegando al indiscriminado e impúdico uso de Twitter. Teníamos a un hombre que no solo quería posicionarse como el que cambiaría todo lo que está mal con la institución a la que representaba sino que se metía en la piel y en el corazón de la policía nacional convirtiéndose en un símbolo, en una figurita de recambio que por sus características caricaturescas se tatuó con facilidad en el imaginario peruano, un imaginario peruano sediento del único líquido que siempre lo ha saciado: El caudillo, el símbolo errante, el que trata y logra mimetizarse con aquellos que busca representar, el chabacano, el criollo, el pendejo, el que no piensa pero hace todo, el brusco, el prepotente, el que insulta. El macho Alfa. Daniel Urresti.

No cabe duda que Urresti hizo un buen trabajo (o por lo menos el trabajo que la pareja presidencial quería que haga) y sirvió como el corazón descerebrado y gritón de un gobierno necesitado de cosas que distraigan a la población de la podredumbre que lo carcome. Es en ese momento cuando Nadine y Ollanta se dieron cuenta que cierto saltimbanqui llamaba la atención, que este showman era ‘bacán’ para las masas y que lanzarlo a la presidencia como el candidato del nacionalismo salvaría a dicho partido de ahogarse en el olvido el 2016. Se dieron cuenta que en un país como el nuestro no sorprendería que dicho personaje gane, especialmente en una coyuntura con tantas caras conocidas y un posible ‘outsider’ anónimo ¿Ha notado cómo se parece Urresti al antiguo Ollanta Humala? Un tipo de verbo ácido pero insípido, carente de tacto y con maña para la política por el simple hecho que se ensucia las manos y replica el sentir de la gente. Urresti es un tipo que cae como anillo en el dedo del nacionalismo. Urresti es el candidato perfecto para un partido militarista.

¿Se terminará lanzando Urresti? Poca duda cabe ¿ganará? Dios quiera que no, pero es probable. Una cosa es cierta e indudable: Urresti es uno de los tantos síntomas de una política antropomorfa venida a menos y caduca que tiene que ser reformada no solo por la vía legislativa sino también desde las entrañas de una sociedad que la carga como maleficio.

¿Votaría usted por Daniel Urresti?

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