Hace una semana se abrió el debate legal sobre la aplicación de la nueva Ley de Partidos Políticos en el presente proceso electoral. Como hemos podido apreciar, esta ha traído varios percances a las agrupaciones que hoy corren en las elecciones generales. Sin embargo, el debate o la discusión son absolutamente ajenos a la población general. Se trata más bien, de algo meramente político. En otras palabras, todo se reduce a quien puede postular y por qué partido. Poco tiene que ver con los intereses de la población. Peor aún, la problemática ha saltado a los medios porque connotadas figuras políticas han cambiado de lealtad y los plazos para el cambio no cuadran con la nueva ley. El cálculo les falló.
En esta oportunidad nuestros políticos no previeron que la aprobación de esta norma pudiera hacer peligrar su futuro político y como resultado andan recorriendo los medios intentando salvar la situación. Todo por ese transfuguismo que aún no hemos podido desterrar. Ahí tenemos a Galarreta, Alcorta y Espinoza, entre otros, que han optado por cambiarse de partido, (en desacuerdo, en el Peru, tradicionalmente en los Gobiernos Post AGP I no habido mucho debate de ideas y principios. Los saltos de estos seniores no son tan abismales como PPC-PNP, están en el mismo espectro político.) claro, con los plazos que establece la nueva ley de partidos políticos, hay riesgo que no puedan salvar su curul.
Como resultado han empujado al congreso, al JNE y al Poder Ejecutivo a una suerte de intercambio supefluo y bajo nivel (no nos rebajemos nosotros tampoco) por resolver la aplicación de la ley. Todos mostrando falta de decisión y determinación. Los mismos que aprueban las leyes sin leerlas, hoy temerosos no pueden resolver un detalle jurídico sobre desde cuando empezaría a regir y se tiran la pelota. Dicho esto, debemos dejar en claro que ninguna norma puede aplicarse de manera retroactiva, es decir la nueva ley de partidos políticos regiría para el próximo proceso electoral. No obstante, su aprobación ha mostrado la peor cara de nuestros políticos. Hemos visto el oportunismo de los tránsfugas de siempre y el uso político de una reforma importante para cobrar cuentas. O acaso no es cierto que el Ejecutivo quiere que esa norma se rija sobre este proceso para obstruir la participación política de la ex vicepresidente de la república. Ese es el nivel de nuestro elenco político.
Entonces los temas de fondo quedan atrás y la pelea jurídica y política sobre si pueden o nopueden se convierte en el centre de atención. Nuestras instituciones se rebajan al juego del “tiradedo” eludiendo sus respectivas responsabilidades y mostrando una vez más que en la clase política todos adolecen de liderazgo y responsabilidad, empezando por el ejecutivo. Y ese es el mal endémico que persigue a los candidatos. La falta de liderazgo y decisión. Todos al unísono responden las preguntas con dudas y vacilaciones. En consecuencia, todos son expertos en rehuir de las responsabilidades y camuflarse de la mejor manera para sobrevivir el temporal.
Finalmente, como diario nos queda la tarea de cuestionarlos, mostrar con todas las implicancias, decir la verdad, sus errores y sustemores. Hay que poner a los candidatos contra la pared y mostrarles sus miserias, porque las tienen. No para “tumbarnos” el sistema político, sino para exponer lo que debemos cambiar. Con ese fin señalamos hoy que el trasfondo de la ley de partidos, no es el debate jurídico, sino el miedo, el transfuguismo y el oportunismo. ¿Sino porque demoraron 5 años en modificar el sistema de partidos? Hay que estar atentos.