A veces hay que viajar lejos

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En China por ejemplo. Allí, desde hace muchos siglos, no están obsesionados por la transparencia. Tampoco ahora. Por eso, para saber bien qué está pasando, hay que conversar con los expertos. Antes de que Hong-Kong pasara a formar parte de la República Popular China, allí estaban los «China watcher», quienes -basándose en una larga experiencia y mucho estudio, además de lo que les contaban viajeros e informantes- escudriñaban los menores signos que procedían del otro lado y los interpretaban y, si el interlocutor occidental les merecía confianza, también los compartían.

Pues dicen los «China watcher» -esta vez no precisamente en Hong-Kong- que en los últimos meses se está produciendo un auténtico viraje en China, un viraje que puede tener amplias consecuencias. Estos son algunos elementos, según la interpretación de uno de ellas. Son debidos al nuevo Presidente, Xi Jinping, que está dando un giro considerable a algunos de los principios rectores de la política China en los últimos años.

Dispone el gobierno chino, según este experto de «4.3 trillions US $» (o sea, billones), inmensas reservas por tanto en moneda extranjera. Hasta ahora, la idea era hacer acopio de ellas, como fondo de seguridad pero también como medio de, en un momento determinado, poder hacer presión sobre los Estados Unidos, a través de los mercados financieros. Ahora, la prioridad es invertir esas reservas, en parte también por temor a las fluctuaciones de las divisas: una bajada del dólar y en un minuto el gobierno ha perdido millones. Algunas de las actuaciones que el experto explica más adelante se explican porque el gobierno dispone de esa liquidez.

De otro lado, está el gobierno chino empeñado en crear organizaciones internacionales sólo asiáticas. Ya existe la Organización de Cooperación de Shanghái, primera organización internacional desde la II Guerra Mundial a la que pertenece China y en la que no hay participación occidental alguna (en Asean, por ejemplo, la más avanzada organización de integración asiática, China no está presente) y se está negociando actualmente la creación de una organización de seguridad para la región también sin presencia occidental.

Esto tiene que ver con uno de los elementos del cambio de estrategia, que se manifiesta en la política nacional y también en la acción exterior.

Para la política nacional, el experto pronostica un cierto control del crecimiento económico, para que no se supere el 6-7%. Hasta el 2021, año del centenario del Partido Comunista Chino, el gobierno se ha propuesto conseguir la creación de una amplia clase media o -dicho de otra manera- una «nueva clase de consumidores» y basar el crecimiento económico sobre todo en el consumo. Anteriormente, el crecimiento se apoyaba esencialmente en la exportación. El «Made in China» en millones de productos (hasta las gorras que regala la Comisión Europea y las carteras que entrega en congresos -la Comisión ¡Europea!- son «made in China… lo mismo que millones de adornos ¡navideños!) invadía el mundo, productos competitivos -transporte incluido- por la producción masiva y por los bajísimos costes salariales: en el paraguas «made in China» comprado a los «paquis» en Roma cuando de improviso empieza a llover a cántaros se puede negociar el precio hasta bajar a los 2 euros; de ahí ganan el «paqui» y su jefe, que coordina a los «paquis» de un sector, el importador y distribuidor (que tiene unos gastos de almacenaje), el transportista (que pagará los derechos de aduana o entrará la mercancía de otra manera, que también suele costar dinero, el fabricante, que compra el material y mantiene los talleres con su maquinaria etc. Y explota a unos obreros cuyo salario, si uno va descontando de los dos euros (o sea, unos siete soles) todo lo que se ha quedado por el camino.

Con esos salarios no se crea, esto es obvio, una clase media. Algo tiene que cambiar y esa exportación masiva ha perdido para el Partido muchos de sus encantos. El consumo interior, ahí está la fórmula mágica.

En la estrategia exterior también se ha hecho visible un cambio. Si en la época anterior (bajo el anterior Presidente Hu Jintao y sus antecesores) la consigna era mantener el perfil bajo y esperar el momento, desde finales de noviembre pasado se manifiesta (de palabra y con obras) una reorientación con dos grandes proyectos: la recuperación de la «Ruta de la Seda», es decir, la vía de comunicación terrestre a través de la cual China mantuvo durante siglos la conexión con otras partes del mundo, y la creación de una «Ruta de la Seda» por mar, que les permita ejercer una influencia importante en Asia. Para ello se necesitan reforzar muchas infraestructuras, también en otros países. China ha firmado recientemente acuerdos con India y Paquistán, que prevén proyectos de respectivamente 20 y 28 mil millones de dólares para la mejora de las infraestructuras, de forma que ese proyecto se haga viable. Más recientemente aun, el primer ministro ha realizado un viaje a Kazajstán, Rusia y Belarús, que también le ha servido para firmar multimillonarios convenios.

Ante este panorama, ¿cuál es la reacción por parte occidental? Estados Unidos está relanzándose si estrategia pacífica y, sobre todo, los vínculos con Japón. Incluso se ha firmado un acuerdo en que Estados Unidos se compromete a dar protección en las islas japonesas del Pacífico que reivindica China. Por parte europea, se están lanzando nuevas alianzas atlánticas, pero hay ciertas reticencias por parte de Francia y Alemania, con lo que quizá no lleguen muy lejos. En cualquier caso, parece que Europa puede quedar relegada a un papel secundario en la nueva configuración del orden mundial.

Reconoce el experto, sin embargo, que todo este escenario puede cambiar si no se superan los riesgos que existen al interno del país (y superar no es lo mismo que reprimir). Las desigualdades siguen siendo muy fuertes entre el progreso importante que van experimentando sobre todo las regiones costeras y lo que sucede en el interior. Con una diferencia notable con respecto a épocas anteriores: ahora también en el interior se sabe lo que está pasando en otras partes de China, se sabe de la desigualdad. También la corrupción es importante: en la lista de los países menos corruptos China aparece en el puesto número 100 de 174 países evaluados por «Transparencia Internacional» (con una calificación de 36 sobre 100, muy por debajo del aprobado, incluso por debajo de Gabón, Liberia o Panamá).

Por tanto, no está dicho que los planes chinos se vayan a cumplir: es un país inestable hacia dentro y algunos otros expertos hablan claramente del riesgo de una implosión social. De hecho, los cambios en buena parte se han dado por la presión del descontento por la desigualdad. ¿Sucederá lo mismo que en la Rusia de Gorbachov, que inició las reformas para salvar el comunismo y finalmente tuvo que reconocer que el comunismo era insalvable – también por las reformas que había iniciado?

En cualquier caso, sin grandes alharacas, China se ha lanzado hacia un modelo completamente nuevo. El experto subraya que -aunque la mayor parte de la sociedad no se está dando cuenta, nos encontramos en un momento especialmente interesante (y también inquietante) en las relaciones internacionales y la configuración del mundo.

Así dijo el experto… y se perdió en las nieblas de Varsovia.

Tendría más emoción si fuera así. Pero no lo fue del todo. Sí fue en Varsovia, pero más bien en un congreso. Y no se perdió en la niebla, simplemente porque no había niebla: estaba nublado y a ratos llovía.

Pero sí se puede decir que el profesor Goralczyk es un «China watcher». Desde hace 40 años. Gracias, profesor.