Vero y sus amigos (Opinión)

"Parece que en el caso de la señora Mendoza, salvo sus impostergables ansias de poder, todo es ilusión, incluyendo los principios por los que dice luchar".

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En política, la frase “dime con quién andas y te diré quién eres” se hace especialmente importante. Y es que, de cara a una contienda electoral, las alianzas que un líder suscribe y las características de las personas que lo acompañan son indicios de cómo usará el poder en caso lo obtenga. Así, idealmente tendría sentido que un político procure que sus adláteres representen lo mismo que él y que puedan significar adiciones valiosas para un eventual equipo de trabajo. Tendría poco sentido que una persona que quiere alcanzar un cargo público lo haga rodeándose de individuos cuestionables. No obstante, eso es justamente lo que hace Verónika Mendoza.

Y es que la líder del movimiento Nuevo Perú no ha sido muy cuidadosa con los personajes que elige como aliados. En el pasado, con miras a las elecciones del 2016, por ejemplo, utilizó la inscripción del Frente Amplio (liderado por Marco Arana), agrupación de la cual sus seguidores se separaron y que hoy alberga, entre otras cosas, a defensores del régimen de Maduro, una congresista que contrató a una terrorista como asesora, a un parlamentario que sugirió darle un indulto a Abimael Guzmán y, así, un largo y lamentable etcétera.

En el presente Mendoza demuestra no haber mejorado su tino a la hora de elegir socios políticos y esto se notó el sábado pasado. La otrora candidata presidencial participó en un encuentro llamado “Voces del cambio”, que tuvo como fin reunir a múltiples líderes de izquierda para “sentar las bases de un proyecto democrático, popular y ciudadano que le ofrezca al país una alternativa política” y que incluyó a nada más y nada menos que a Vladimir Cerrón y a Gregorio Santos. Uno peor que el otro.

Cerrón, por ejemplo, acaparó notoriedad hace unas semanas con un insólito comentario antisemita compartido en su cuenta de Twitter. Este rezaba: “si la izquierda articula bien su unidad, enfrentará a los poderes judio-peruanos en las próximas elecciones generales con éxito”. Además, su partido fue el que tuvo a Ricardo Belmont como candidato a la alcaldía de Lima y cuya campaña se caracterizó por estar empapada en xenofobia contra los venezolanos. El señor Santos, por su lado, tiene procesos abiertos por corrupción que aún tienen que ser resueltos y en más de una ocasión ha mostrado admiración por el dictador Nicolás Maduro.

¿Comulga Verónika Mendoza con las ideas de Cerrón? ¿No le interesan las graves denuncias que se ciernen sobre Santos? Solo una respuesta afirmativa a ambas preguntas explicaría las acciones de la ex congresista y ello sería terrible. No obstante, cabe una opción más: la líder del Nuevo Perú quiere obtener la inscripción a como dé lugar y eso es lo que le puede ofrecer el señor Cerrón. Esta posibilidad, que implica que Mendoza se haga de la vista gorda frente a la triste calidad de sus aliados solo por la posibilidad de concursar en las próximas elecciones, puede ser aún peor…

Parece que en el caso de la señora Mendoza, salvo sus impostergables ansias de poder, todo es ilusión, incluyendo los principios por los que dice luchar.

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