Nadie es inefable y todos se pueden equivocar (hasta Marshall y su plan en Japón) aún más en un asunto tan complejo como el de preparar a un país para afrontar los desastres naturales que su geografía, informalidad y corrupción endémica potencian, y que cada vez que se presentan dejan una estela de muerte y destrucción sobre la que nadie se responsabiliza.
El tema de la reconstrucción va mucho más allá de lo politico (y me refiero al probable nombramiento de Vizcarra como Zar) y creo que así debe ser tratado, ahí están Kuroiwa, Montoya, Walter Alva, Astete y muchos otros científicos que han estudiado y presentado por años las soluciones y que en un «Comité de Prevención y Reconstrucción» y apoyados por un actor no político (llámenlo Zar o como quieran) pueden hacer la gran diferencia.
Creo que tomar decisiones tácticas (políticas) como cambiar a Vizcarra para evitar una interpelación no deben ser mezclados con los objetivos estratégicos que la prevención y reconstrucción nacional requieren, además que exponen innecesariamente al Vicepresidente, que desde mi punto de vista debería ser un ministro sin cartera dedicado a generar consensos y alejado del día a día de una gestión ministerial que siempre tendrá luces y sombras, aciertos y errores y que siempre desgasta.
Algunos plantean que este enroque posicional y poner en evidencia que oponerse a los actos del zar gobiernista (si es Vizcarra o alguien del gobierno), pondrá en offside a los opositores que deberían ser vistos y señalados como enemigos del Perú, continuando con el análisis maniqueísta que tanto daño le ha hecho al Perú.
El estás conmigo o estás contra mí, creo ha sido muy dañino en la interacción política y genera una división innecesaria, cuando mejor, más duradero, saludable y eficiente para una sociedad es la convergencia, sobre todo en decisiones como está donde va el futuro de mucha gente y me atrevo a decir del país entero.
Hay que intentar cambiar las formas que han usado nuestros políticos por décadas y como dijo Helene Cioxus en «Sorties» hay que evitar que se perpetúen las oposiciones binarias en un juego de perdedores y ganadores.