Hace pocos días fue mi cumpleaños. Como el de mucha gente la “celebración” fue vía zoom, llamadas, mensajes de texto y WhatsApp, a raíz de la pandemia que marca la tendencia de este 2020.
Este virus que azota a nuestro planeta nos ha quitado los abrazos, las conversaciones cara a cara, y en si toda posibilidad de cercanía con las personas que queremos. También se ha llevado el trabajo de muchos, negocios enteros, sectores de la economía a punto de quebrar y, sobre todo, nos ha quitado gente valiosa con la cual compartir, ya que se adelantaron en el viaje a un mundo mejor (siempre debemos creer que mañana o en “el otro lado” será mejor).
Sin embargo, parece que esta pena no nos está dejando ver algo muy importante: Este “caos” es energía, y con la energía hay dos opciones: (a) se aprovecha; o, (b) se desperdicia.
El bigbang, fue una tremenda explosión de energía a raíz de la cual se creó el universo. Si vamos a la Biblia, vemos que Dios del caos (Genesis 1:2), creo la tierra y todo lo maravilloso que hay en ella. Y podemos continuar con muchos ejemplos más en los cuales se aprovecha la energía del caos para cosas buenas.
¿Cómo es que se aprovecha la energía? Es más simple de lo que parece, se aprovecha desde el agradecimiento. Si hoy te despertaste en una cama, bajo un techo, pudiste valerte por ti mismo, comer, tomar agua, respirar sin dificultad, saludar a tus amigos, familia, seres que quieres o te importan, sentirte querido por alguien, si tienes hijos y los ves sonreír o jugar, o el simple hecho de estar vivo, ya es un motivo para agradecer.
Si tomaste una ducha, sentiste el agua en tu piel, luego la suavidad de una toalla, te miraste al espejo, te diste cuenta de que estas parado en tus dos pies y tienes brazos y manos que funcionan para lo que quieras hacer, pues también tienes algo por lo cual estar agradecido.
¿Pudiste hacer deporte? Pues tienes algo que agradecer. ¿No pudiste hacer lo anterior, porque tienes alguna enfermedad o condición diferente? También tienes algo que agradecer, porque es la vida dándote un aprendizaje que en el futuro te servirá como motor de cambio o ancla para tu propósito en la vida. La simple capacidad de pensar, sentir, querer, y en suma vivir, ya es motivo suficiente para agradecer, puesto que tu existencia ya esta impactando en los demás y eso, es algo muy valioso.
¿Estas sin trabajo o estás buscando uno? Aquí también hay algo para agradecer, porque tienes algo que aportar al mundo y que pronto será descubierto por alguien o, si te animas y esfuerzas, tú mismo los deslumbrarás con un emprendimiento (no será fácil, pero nada que valga la pena lo es).
Rober A. Emmons, profesor de psicología de la Universidad de California; y Robin Stern, directora asociada del Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, afirman que ser agradecido –ha demostrado en estudios clínicos– efectos positivos y prolongados en la salud de las personas, puesto que reduce la presión arterial, refuerza el sistema inmune, minimiza la posibilidad de depresión, ansiedad y desarrollo de adicciones.
Marian Rojas Estapé, psiquiatra con enfoque en neurociencia, autora del libro “Como hacer que te pasen cosas buenas”, indica que la “la felicidad no es lo que nos pasas, sino como lo interpretamos”, puesto que “la misma realidad que un día nos irrita, al día siguiente nos hace felices”. Para esto, desarrolla tres aspectos: (i) un sistema de creencias, (ii) nuestro estado de ánimo; y, (iii) el sistema reticular activador ascendente.
El sistema reticular activador ascendente, es una zona del cerebro que se encuentra en la zona del tallo encefálico, que filtra todo lo que sucede en la realidad y capta solo aquello que nos interesa. Por eso, cuando alguien quiere algo o desea algo con mucha intensidad, la mente hace todo lo posible (pone toda su atención) en encontrar eso que se está buscado.
Si ello es así, y nuestro sistema reticular activador ascendente nos pone en “modo alerta” para enfocarnos en algo que nos importa, deberíamos –conscientemente– encaminarnos o intentar ver, lo bueno que tenemos en nuestra vida, con todo el beneficio que ello trae para nuestra salud (física y mental).
Pongamos nuestro sistema reticular activador ascendente en un estado de “alerta” pero sobre lo bueno que tenemos. Usemos esta etapa de caos y su energía, para aprovechar lo bueno que tenemos y agradecer por ello, puesto que las cosas que realmente importan en la vida están ahí, al alcance de nuestros dedos, solo debemos estirarnos y agarrarlas.
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