Voto voluntario desde los 16 años y por partidos políticos autónomos, por Michel Hoffmann

El voto voluntario desde los 16 años cumplidos y por partidos políticos que se rijan por sus estatutos internos, es un verdadero cambio en el paradigma. Hoy, muchas de las propuestas de reforma política son demagógicas, clientelistas, malas copias o simplemente parches a la normativa. A nueve meses de celebrarse las elecciones, todo intento pareciera tardío.

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¿Ya te enteraste que los políticos siguen discutiendo por eso que llaman reforma política? ¿Viste cómo se gritan los unos a los otros por imponer su criterio? Bueno, esto no es nuevo y en realidad están hace años tratando de modificar el marco legal para “mejorar la representación en el parlamento y tener políticos de mayor calidad”.

En el último intento por llevar a cabo esta reforma política, se estableció una “Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política”, conocida como la “Comisión Tuesta”, con el fin de mirar críticamente nuestro sistema político y replantear sus bases. Hay voces a favor de la misma, así como muchos críticos de los términos de las propuestas planteadas en temas como: democracia interna de partidos políticos, cuotas de género, impedimentos para ser candidato, entre otros.

En realidad, el cabildeo en el parlamento para sumar adeptos por una propuesta o la otra ha sido cambiante, mientras sectores del gobierno también han buscado imponer su opinión (populista), creyendo en ambos casos saber mejor, desde su visión paternalista, que es lo que “necesita” la ciudadanía.

¿Pero por qué creer que los partidos políticos que hoy se encuentran en el parlamento se van a reformar a sí mismos o que el gobierno no tiene intereses subalternos? No importa si son de izquierda, de derecha o de centro o si son rojos, verdes, azules o morados, todos debieran entender que la reforma política tiene un único fin: construir un sistema democrático sólido con mayor libertad y responsabilidad para todos los involucrados. En sencillo:

  1. Todos los partidos políticos se rigen por sus estatutos internos.
  2. Sus estatutos internos, su programa de gobierno, sus candidatos a cargos de elección popular, sus aportantes y toda información relacionada será pública y comparable entre partidos políticos.
  3. Voto voluntario para todos desde los 16 años.

Como resultado cada partido político sería libre de establecer sus propias reglas internas según sus características e ideología. La organización podría contemplar tener elecciones internas, abiertas o cerradas, para elegir a su candidato a la presidencia o elegirlo por medio de delegados. Poseerían la autonomía para definir si sus estatutos aceptan invitados como candidatos o si para serlo, se necesita una militancia mínima de 6 meses. Podrían elegir a 130 mujeres o población LGTB como sus candidatos al congreso o si mejor colocan una cuota de “sexo masculino” del 30%. Tendrían la independencia de incluir a candidatos sentenciados en primera instancia o a personas presas si así lo desean. Es su organización y serían ellos los responsables de organizarse libremente y dar la “batalla de las ideas” contra sus rivales políticos.

Ahora bien, si su “oferta programática” y su “organización interna” no son atractivas para los electores, estos simplemente no los votarían, quedarían fuera del parlamento y no obtendrían financiamiento público. Hoy, dado que el voto es obligatorio (e incluye multa) uno tiene que decidir muchas veces entre “el cáncer y el sida”; y uno de los dos siempre gana.

Adicionalmente el voto voluntario obligaría a los partidos políticos a una verdadera competencia política por construir militancia, persuadir a votantes y movilizarlos a votar el día de la elección. Creer que aumentaría el populismo o que la autoridad elegida carecería de legitimidad es inconsistente. Las propuestas populistas vienen en aumento hace años y no hay evidencia científica sólida que sustente una relación de mayor populismo con voto voluntario. Por el contrario, si los partidos políticos o su candidato populista, tuvieran que esforzarse por conseguir un voto (voluntario), serían más responsables puesto que su incapacidad sería castigada simplemente con el ausentismo. La cuestión de legitimidad también es inconsistente como han demostrado múltiples encuestas. El parlamento tiene una constante desaprobación de más del 80% dependiendo de la coyuntura o el desgaste del mandato a través del tiempo. A su vez, ya desde el primer año de mandato, una gran mayoría de peruanos no se sienten representados por sus autoridades elegidas. Más aun, la obligatoriedad de voto nos ha conducido a este actual terreno de desprestigio de la clase política y debilidad institucional. Con el voto voluntario la población que vaya a las urnas, de manera voluntaria, estaría más comprometida con la elección y les exigiría más a sus representantes electos. Esto mejoraría la accountability y fortalecería la democracia.

Adicionalmente, permitir a los ciudadanos tener derecho a voto desde los 16 años, contribuiría a reformar las políticas públicas y la dirección que están tomando hoy, gracias al clientelismo de los mayores de 60 años. Si hoy un septuagenario puede votar e influir en el rumbo del Perú, ¿por qué no puede hacerlo un joven de dieciséis? Así, los jóvenes podrían marcar la agenda que les impactará en mayor medida desde su inicio, pudiendo influenciar directamente en los programas partidarios en aspectos como el cuidado del medio ambiente, la protección de los animales, el uso de transporte sostenible o la inversión en tecnología y ciudades inteligentes.

En resumen, esperamos tener autoridades más comprometidas por una reforma política estructural dejando atrás especulaciones partidarias y personales. La mediocridad y el temor a quedar fuera de la esfera política no habla bien de su amor por el país y menos ayudan a fortalecer la democracia.

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