¿Zoología política peruana?

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La reciente “renovación” –parche a medias dicho sea de paso- del gabinete Jara y encontrándonos ad-portas de un importante proceso electoral en el 2016, me hizo reflexionar sobre la “calidad” de nuestra clase política y de nuestros políticos actuales, por lo que me he tomado la libertad, cual estudioso de la zoología política de nuestro país, de intentar hacer una clasificación de nuestros políticos, hoy por hoy.

Debemos comenzar diciendo que, en general, nuestros políticos actuales configuran una especie de “depredadores” del Estado peruano. El Diccionario de la Real Academia Española considera depredador (del latín depredator), a todo aquél que depreda, entendiéndose por depredar (depraedari) al acto de: “robar, saquear con violencia y destrozo”, y en el caso de los animales, como el acto de: “cazar a otros de distinta especie para su subsistencia”. En el caso de los políticos actuales, muchos se configurarían como depredadores, pues cumplen con esta definición oficial de depredador. De allí que podríamos definir al político clásico peruano como del género: politicus depraedari peruvianus, una especie única en el mundo. Decimos que es única en el mundo porque depreda a sus propios compatriotas o ciudadanos, cazándolos astutamente, engañándolos y devorándolos para su propia subsistencia. Una vez en el poder, estos depredadores suelen robar, saquear y destruir las instituciones del Estado y el Tesoro Público. Se trataría de un género muy peligroso y cuya propagación se ha visto cada vez más difundida tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo.

En cuanto a las clases dentro de este género, existen varias y para todos los gustos. De un lado tenemos la clase denominada: “políticos golondrinos” o golondrinus politicus, clase no muy abundante pero que suelen aparecer o “regresar” al país en épocas electorales a fin de ver si pueden verse incluidos en algún partido, a fin de “capturar” alguna candidatura a la presidencia o al Congreso. Pasadas las elecciones y de no haber tenido éxito, desaparecen hasta el siguiente proceso electoral. Otra clase de políticos muy abundantes en nuestra fauna política, son aquellos que, pasado cierto tiempo, se “reciclan” o “reinventan” como dirían los empresarios, sufren una especie de “reingeniería” y aparecen en la escena nacional “renovados”, como si en el pasado no hubieren fracasado, o no hubieren sido un desastre o haber hecho nada malo, cometido errores o inclusive, hecho algo ilegal. Esta especie es abundante y los hay en todos los partidos políticos. Es la que hemos denominado “políticos wash & wear” o politicus rencauchatus. Se trata de una especie muy astuta y que actúa con mucha sinvergüencería- por no decir buena raza que se manejan- pues aparecen como si nada hubiera sucedido en el pasado con ellos. Tienen otra cara, otro discurso y no mencionan su pasado, pues ello “nunca sucedió”. Estos políticos “wash & wear” se han lavado y desprendido muy bien de todo y se presentan como nuevos, casi se diría que han pasado por varios spa, gimnasios, dietas, cirujanos plásticos o se han bañado íntegros con Ariel o Ñapancha. En teoría no tienen mancha alguna. ¡Son inmaculados! Y se aprovechan de la terrible falta de memoria de nuestro amnésico pueblo peruano, el cual no se acuerda de nada, y vuelven a presentarse a ocupar cargos públicos y ser elegidos, para, obviamente, continuar depredando al país.

Cabe mencionar que como una especie de esta clase de políticos tenemos los denominados “políticos comodines” o políticus comodinus totus utilitatum, esto es, aquellos políticos que rotan y son acomodables en cualquier cargo cual comodines y están a total disposición –casi lacayos incondicionales- del Jefe del partido o de gobierno. Se reciclan rápidamente. ¡Es un “wash & wear” instantáneo! Son una especie de “Nescafé”, café instantáneo. Ocupan, por ejemplo, un ministerio tras otro, como si fueran sabios sabe-lo-todo que dominan todas las especialidades habidas y por haber y todos los cargos de gobierno. Ejemplos abundan en todos los gobiernos. En el actual gobierno tenemos a la Sra. Jara y más recientemente, al Sr. Freddy Otárola que de congresista pasó a Presidente del Congreso, luego a ministro de Trabajo y ahora a ministro de Justicia. No le ofrecieron el Ministerio de la Mujer por obvias razones, pero uno nunca sabe. Total, no hay nada que una peluca y una falda sexy no pueda resolver. ¡En fin! Por lo general concluyen su carrera “wash & wear” en una atractiva embajada, en una galaxia muy muy lejana… a fin de reciclarse y reinventarse nuevamente pera el próximo proceso electoral. Algo así como un tratamiento “over all” o “bajada de motor” obligatoria.

No debemos dejar de mencionar una clase de políticos muy atractiva para el electorado. Se trata del “político farandulero” el cual también incluye al “político deportista”, denominados “políticus farandulerus”. Esta clase de políticos hizo su aparición hace algunos años con la elección al parlamento de una conocida vedette a la cual no se le ocurrió mejor cosa que ponerse un número 13 en uno de sus glúteos. Salió elegida al Congreso por lejos lo cual demostró que lo que ofrece al electorado esta clase de políticos, no son ideas ni programas de gobierno precisamente. Dentro de esta modalidad tenemos también comentaristas deportivos como Lombardi o Bengolea; o jugadoras de vóley como Tait, Uribe, Pérez del Solar, etc. casi media selección. Si se presentasen Tongo, Melcochita o Tulio Loza, definitivamente tendríamos plenos del Congreso para reír a rabiar, eso sí, y no tan aburridos.

Finalmente, tenemos una tercera clase de políticos denominados “entornillados” o políticus saurus vitaelitium. Esta clase zoológica también existe en todos los partidos políticos y son los típicos depredadores –especie de “lapas” pegadas a un partido o al partido que más le convenga- y que viven literalmente casi toda su vida de la política. Se ponen en los primeros lugares en las listas para el congreso –justificando su presencia como “antiguos” miembros del partido, fundadores o lo que fuere. Son verdaderos dinosaurios (saurus) de la política –parecidos al tiranosuarus rex versión política-. Constituyen todo un “parque jurásico” en cada partido. Justifican su existencia diciendo que aportan su “experiencia” política entre otras cosas (vivezas, argucias, leguleyadas en el Congreso, maniobras oscuras, etc.), cuando lo que hacen es vivir de la política sin aportar nada al país. Dicho sea de paso que, esta clase de políticos constituyen una traba, cuello de botella u obstáculo absoluto, dentro de cada partido, para el surgimiento u oportunidad para políticos más jóvenes, que aman al Perú y que verdaderamente desean trabajar por el país. Son muy dañinos pues desmotivan y alejan a los peruanos que desean ingresar a la política nacional y trabajar por el Perú, pues se “entornillan” en un cargo público o en un curul –al ser congresistas- al ser reelegidos indefinidamente, pues ocupan los primeros lugares en las listas de candidatos al Congreso y están en contra del voto preferencial, pues atenta contra su “estabilidad eterna” en las política nacional.

Como se puede apreciar, en nuestra copiosa fauna política, hay de todo. Por una cuestión de espacio, sólo mencionaré otros especímenes, tales como el “político nulo” (políticus nullius) -aquel incapaz que no sabe nada, o que no hizo nada de nada en su periodo elegido-; o el “político payaso” (politicus jocandi) –típico político que le gusta ser chistoso, asistir a cuanto programa cómicos o de “reality shaw” o de concurso exista en la TV, y hacer payasada y media, con tal de mantenerse políticamente vigente y de moda-; o el “político fantasma” (politicus spantus), de perfil bajo,  que vive tras el telón, moviendo las cosas para su propio provecho.

Como se ha podido apreciar, en nuestra fauna política nacional o zoología política -como le denominan los expertos “politólogos” de este país- hay políticos de todas las clases y especies. Pero existe un común denominador innegable: todos son depredadores. Como bien dijera Manuel González Prada, en sus “Horas de Lucha” (1906), en cada político “…hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación”. De nosotros sólo depende, que no sea así….